Fusión de la laboriosa abeja, el sabroso chivo liniero y el sapo travieso que vive entre los cultivos agrícolas, nace Abechisa, hija del ingenio y el sincretismo de los maeños.
“El carnaval es un espacio de crítica, un espacio contestatario, a través de un lenguaje y de un símbolo que es la burla”, explica Dagoberto Tejeda, sociólogo y el más grande investigador de los carnavales dominicanos y sus personajes.
Impresiona verlas con sus vistosos disfraces y fascinantes caracterizaciones. Integrada por mujeres, Las Damiselas es la más hermosa comparsa del Carnaval de Cotuí.
Diablo Cajuelo vino a Santo Domingo con el Carnaval del colonizador español. Cojeaba, dicen los cronistas, como resultado de las lesiones que le propinó San Miguel.
Juampa y su creatividad bordean la leyenda.
Cotuisano y camaleónico, Juan Francisco Vásquez “Juampa” es docente universitario, abogado, con una licenciatura en lenguas modernas y padre de una lindísima familia.
Es una promesa cumplida del presidente Danilo Medina a los dominicanos y en especial a los veganos, quienes han trabajado con ahínco y revalorizado la cultura que se manifiesta en el Carnaval.
Deslumbrantes son sus playas y así su carnaval. Para la ocasión, Samaná se viste de mar en trajes turquesa, sus seres transformados en corales, peces y ballenas.
El Teatro Cocolo Danzante, conocido también como Teatro Guloya, arraiga la cultura de los trabajadores de las Islas Inglesas del Caribe que fueron traídos a la plantaciones azucareras dominicanas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Tai en taimáscaro, por taíno. Ciudad costera, crisol y encuentro de culturas, Puerto Plata es, ciudad y campos, como su gente, diversa, laboriosa, comerciante, industrial y agrícola. Así su carnaval y su creación los Taimáscaros.
En La Vega está el Museo del Carnaval (¡una maravilla!) y se celebra el más popular de los carnavales dominicanos.
Hay pasión en los veganos. Sin duda.