Coral Sofía nació en Mao en 1990 con síndrome de Down. Entonces, en dicha ciudad no había ningún centro de enseñanza para niños y niñas con habilidades especiales.
Maestra jubilada, a los 63 años Rafaela Ramírez se reinventó, regresó al campo, aprendió un nuevo oficio (apicultura) que la hace feliz y junto a su nieta Abril multiplica la dulzura de las flores que ellas mismas han sembrado.
La falta de dinero no fue excusa para que Teresa Batista no se hiciera de un oficio digno y muy acorde a su personalidad. A los 11 años su madre reconoció en ella el talento y le enseñó el camino de la belleza.
Cuando Yirandy Agramonte llega a su trabajo, se siente como en casa. Ella es la jefa de una brigada de foresta en Los Bajos de Haina, San Cristóbal y cuando camina la tierra que ella misma ha pintado de verde, lo hace con mucha propiedad.
“Una de las cosas que me gusta de nuestro gobierno es que le ha dado más importancia a las mujeres. La mujer de hoy es del conocimiento y la tecnología”.
De niña, Gisela Herrera soñaba de grande manejar cabezotes porque veía a su mamá en el volante de un camión. El abuelo, también camionero, le enseñó a pasar los cambios tan temprano como a los 8 años.
Mujeres y hombres, como seres humanos que son, iguales derechos tienen. Eso dice la Declaración Universal de los derechos de hombres y mujeres, así como la Constitución dominicana. Sin embargo, sabemos que del dicho al hecho hay cierto trecho.